24. Tristán e Isolda

 

 

 

Jesús González Requena

Psicoanálisis y Análisis Textual, 2020/2021

2020-12-04 (1)

Universidad Complutense de Madrid

de esta edición: gonzalezrequena.com, 2021

 

  • La leyenda de Tristán e Isolda: heridas y curas
  • La leyenda de Tristán e Isolda: el filtro de amor
  • Tristán e Isolda: la versión wagneriana
     

     

     

     

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    La leyenda de Tristán e Isolda: heridas y curas


  •  

    A propósito de las dudas que nos asaltaban sobre la leyenda de Tristán e Isolda el último día, he consultado dos obras que han intentado reconstruirla reuniendo los elementos de las diversas fuentes, siempre fragmentarias, del siglo XII.

     

    Cabe decir que, entre ellas se aprecian considerables contradicciones.

     

    La primera es la versión del Joseph Bédier, de 1902.

     

    La otra es de la de René Louis, de 1947, de la que conozco solo por el resumen que hace Roberto Ruiz Capellán para acompañar su traducción del texto de Béroul -la versión literaria más antigua, del siglo XII.

     

    Bédier no da el nombre de la reina de Irlanda, la madre de Isolda, mientras que es Louis quien informa de que, como su hija, se llama también Isolda.

     

     

    La primera duda que arrastrábamos el último día era relativa a si era Isolda o su madre quien curaba la herida de Tristán.

     

    Pues bien, sucede que hay dos curas, porque hay dos heridas.

     

    En la primera, la producida en el combate con Molrod, el gigante irlandés, según Bédier, es solo Isolda quien interviene, mientras que según Louis es en cambio la madre la responsable de la curación, aunque ayudada por su hija.

     

    La segunda herida y cura se produce en el segundo viaje a Irlanda, cuando Tristán solicita la mano de Isolda para su tío el rey.

     

    El rey de Irlanda ha dicho que entregará a su hija en matrimonio a quien venza al dragón que devora a sus doncellas.

     

    Tristán lucha con él y lo mata, pero resulta herido en el combate.

     

    En este caso nuestros dos autores acuerdan que esta vez participaron ambas en la cura.

     

     


    La leyenda de Tristán e Isolda: el filtro de amor

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    Por lo que se refiere al filtro, tenía razón Tecla cuando decía que, en la leyenda, solo había uno en escena.

     

    Un filtro de amor preparado por la reina Isolda y destinado a ser bebido en la noche de bodas por el nuevo matrimonio real.

     

    Ahora bien, tal y como lo presenta Bédier, aparece ligado a la muerte cuando se narra la escena en la que es bebido.

     

    «No, no era vino; era la pasión, era el bárbaro goce y la angustia sin fin; era la muerte. La muchacha llenó una copa y la presentó a su ama. Bebió a grandes tragos y luego la tendió a Tristán, que también bebió.

    En este instante entró Brangania y vio con asombro que se miraban calladamente con loco embeleso. Ante ellos estaba la copa casi vacía. Cogiola, corrió a popa y la arrojó por la borda, gimiendo:

    -¡Desgraciada! ¡Maldito sea el día en que nací y maldito el día que subí a esta nave! ¡Isolda, amiga, y vos, Tristán, habéis bebido vuestra muerte!»

    [Anónimo: Tristán e Isolda, versión de Joseph Bédier, 1902]

     

    Como ven, aquí también lo beben por error, pero es un error del todo diferente al que introduce Wagner.

     

    No hay en la leyenda un error de elección entre un filtro de amor y uno de muerte.

     

    En ésta Tristán e Isolda piden tan solo vino para calmar su sed, pero una joven sirvienta les ofrece por error una copa que contiene el en cualquier caso fatídico filtro.

     

    Por cierto que aquí en la versión de Louis no aparece error alguno, pues Bragain, la doncella de Isolda, le da conscientemente el filtro del amor.

     

    Hay en los dos textos error, pero son errores del todo diferentes que modifican el sentido de diversos aspectos de la narración.

     

    Veamos el primero.

     

    La presencia del filtro de muerte, en Wagner, está ligado al deseo de venganza de la Isolda que se siente desamada.

     

    Sin embargo, no hay tal en la leyenda, ni en la versión de Bédier, ni en la de Louis.

     

    En éstas, ella está despechada, sí, pero despechada en tanto mujer enamorada deseosa de volver a ofrecer su amor.

     

    Esto supone un importante cambio en el personaje de Isolda. Pues la Isolda de la leyenda no es vengativa como la Wagner.

     

    Por supuesto, deseó vengar la muerte de su tío -no su prometido- Molrod, pero una vez enamorada no aparece ya como una mujer vengativa, capaz de matar cuando se siente rechazada.

     

    Esta diferencia de trazado en el dibujo de Isolda se manifiesta también en el hecho de que encontremos en la leyenda el reverso de las palabras con las que la Isolda de Wagner ordenaba a Tristán que se presentara ante ella.

     

    Se las recuerdo:

     

    «transmítele las palabras de su dueña:

    que se me acerque inmediatamente,

    dispuesto a servirme.»

    [Richard Wagner: Tristan e Isolda, Acto I, escena 2]

     

    «Lo que yo he ordenado

    a ese noble siervo

    es que tema a su dueña,

    ¡a mí, Isolda!»

    [Richard Wagner: Tristan e Isolda, Acto I, escena 2]

     

    La Isolda de la leyenda le dice esto otro:

     

    «¡tú sabes que eres mi señor y mi dueño! ¡Tú sabes bien que tu fuerza me domina y que soy tu sierva!»

    [Anónimo: Tristán e Isolda, versión de Joseph Bédier, 1902]

     

    Como ven, la dueña se convierte en sierva, y el siervo, a su vez, en dueño.

     

    Simplificando: la Isolda de la leyenda no reclama ser temida.

     

    La de Wagner, en cambio, no solo lo reclama, sino que lo es.

     

    Es ella la que exige a Tristán una reconciliación a través de la muerte.

     

    Es una potencia.

     

    Como también lo es su madre.

     

    Lo que se manifiesta bien en el desdoblamiento que Wagner introduce.

     

    Veámoslo. Desdoblar el filtro en dos acentúa el doble aspecto de amor y muerte del filtro original que, como ya hemos visto, está presente en la leyenda. Pero el modo en que se hace presente modifica el sentido en que el amor y la muerte aparecen en la leyenda, pues los descontextualiza y los vuelve abstractos.

     

    Les explico lo que quiero decir con esto.

     

    Sí, en la leyenda, el filtro del amor atrae la muerte es porque no es tomado ni en el momento adecuado ni por las personas adecuadas.

     

    Nada de muerte habría en él si, como la madre de Isolda había previsto, hubiera sido bebido en su momento y en su lugar: el de la noche de la boda real.

     

    De modo que lo que vuelve mortífero a ese filtro es su uso incestuoso. Algo del todo congruente con el componente edípico propio del ciclo artúrico.

     


    Tristán e Isolda: la versión wagneriana

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    Todo cambia con los dos filtros wagnerianos.

     

    Pues estos están ahí, todo el tiempo, digamos que, desde el principio, con independencia de todo contexto de uso: y además funden finalmente sus cualidades.

     

    ¿Se dan cuenta en qué medida afecta eso a la caracterización de la madre de Isolda? Pues es del todo diferente una madre que da a su hija un filtro de amor para la noche de bodas que la que le da dos: uno de amor y otro de de muerte.

     

    Como ven, esa madre se vuelve considerablemente más oscura.

     

    Si me detengo en todo ello es no solo por corregir las dudas que se nos plantearon en el debate el pasado día, sino también, y sobre todo, porque estos datos vienen a confirmar el alejamiento de la ópera del territorio edípico en el que se desenvuelve la leyenda y, con él, del debilitamiento de la figura de Tristán y de su culpa en beneficio de la presencia preponderante de esa potencia materna.

     

    Es curioso que la indagación en la leyenda, a la vez que nos ha hecho reparar en la presencia de Isolda la de las Blancas manos en la película, nos obligue a constatar que Los Pájaros y Melancholia, por lo que a su motivo central se refiere, se encuentra mucho más cerca del Tristan e Isolda de Wagner que de la leyenda en la que esta se inspira.

     

    Lo que se manifiesta bien en lo que les he dicho del asunto de los filtros.

     

    Wagner añade, al filtro del amor de la leyenda, el filtro de muerte que en ésta no aparece.

     

    Y ello porque Isolda aparece como una potencia pulsional que reclama la muerte de ambos, de ella y de Tristán, algo de lo que no hay atisbo alguno en la leyenda.

     

    Podria decírselo a ustedes de otra manera.

     

    La Isolda de Wagner está más cerda de la mujer fatal que de la Isolda de la leyenda.

     

    Y les recuerdo que la mujer fatal es una figura que emerge en el XIX, que es también el siglo de Wagner.

     

     

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