20. Testamento

 

Jesús González Requena
Edipo III. La tarea del hijo
Seminario Psicoanálisis y Análisis Textual 2016/2017
sesión del 03/02/2017 (1)
Universidad Complutense de Madrid
de esta edición: gonzalezrequena.com, 2021

 

 

 

 

 

 

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La herida del mundo

 




 

Ni el menor atisbo de vegetación. Solo rocas, por todas partes.

 

Entre ellas Ethan, quien, a pesar de la debilidad de su cuerpo semidesnudo y herido, diríase que fuera una más entre ellas -de hecho, el color de su piel es ahora el mismo de la roca sobre la que se apoya.

 


 

Pero, cosa sorprendente en él, sostiene un cuaderno en su mano.

 


 

Martin le da de beber. Le cuida.

 


•Martin: Well…


 

Y desenfunda su cuchillo en un gesto lleno de ambivalencia, máxime cuando sigue a su enfrentamiento con Ethan a propósito de Debbie.

 


 


•Martin: … looks as though l’m gonna have to open that shoulder again…

 

Es necesario abrir la herida del hombro.

 

¿Y no es una herida del mundo la gran hendidura en la roca con la que ha comenzado la escena?

 


 


•Martin: …get the poison out.

 

Abrir la herida para sacar el veneno.

 

Se refiere, claro está, al veneno introducido por la flecha india, pero se trata, también, a la vez, el veneno de odio que le habita.

 

 


•Martin: Beats me how you could have stayed alive this long.

 

Martin manifiesta su asombro ante la la capacidad de Ethan para seguir vivo todavía.

 


•Ethan: l want you to….

 

 

 


La Creación de Adán

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•Ethan: To read this.

 

El pequeño cuaderno de piel y la mano que lo sostiene se encuentran ahora en el centro del plano, brillando por la luz que recibe sobre las sombrías rocas del fondo.

 


 

Ethan entrega a Martin su testamento.

 


 

José Luis llamó la atención, en su momento, sobre la semejanza de esta imagen con ésta otra:

 



 

Y ciertamente, en el plano compositivo, es notable.

 

La piel desnuda de Ethan tiene un tono bien próximo al de las figuras de Miguel Angel.

 

Las posiciones en altura de Dios y Adán corresponden bien a las de Martin e Ethan. La inclinación de la pierna izquierda de Ethan mantiene cierta semejanza con la derecha de Adán. Y el paisaje rocoso de fondo de ambas composiciones -sin vegetación alguna en ambos casos- es también congruente.

 

Y luego hay cierto eco compositivo que funciona más bien por inversión. Así, las figuras de Dios y de Ethan están más centradas que las de Adán y Martin.

 

Y en el plano semántico no son menores las semejanzas.

 

Así las diferencias de edad: De una parte, dos figuras maduras, próximas a la ancianidad -las de Ethan y Dios-, ambas manifestando, a pesar de su poderoso vigor, signos inequívocos de debilidad -Ethan herido, con un brazo en cabestrillo, Dios diríase que cansado tras la creación del mundo, teniendo que ser soportado por todas esas figuras que, no sin esfuerzo, le rodean y sostienen.

 

De otra, dos figuras juveniles -las de Martin y Adan-, que se aproximan ya a la edad madura, pero a las que todavía falta el vigor suficiente -la languidez de la posición de Adán y de Martin se expresa igualmente en la inclinación de sus cabezas y en la disposición de sus hombros.

 

En el fresco de Miguel Ángel, Dios da la vida a Adán con el contacto de su dedo.

 

Pero siendo el dios de la palabra y poseyendo ya Adán una entidad corporal, no hay duda de que es la vida en la palabra lo que le da -es decir, la existencia espiritual, el alma.

 

Ethan, por su parte, también es algo del orden de la palabra lo que le da, y de manera bien literal: un cuadernito en el que ha escrito su testamento.

 



•Martin: “l…


 

 

 


El Moisés de Miguel Ángel

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Y recuerden la otra imagen que les suscité a propósito de ésta:

 


 

Les señalé entonces las intensas semejanzas compositivas.

 

Hoy toca anotar las semánticas.

 

En Miguel Ángel, las tablas de la ley, que en cierto modo son el testamento de Moisés para su pueblo. En Ford, el testamento de Ethan, que constituye la ley que otorga a Martin.

 

Lamento dejar abierto este año el asunto del Moisés freudiano, con el que tendremos que seguir trabajando el año que viene, pero éste lo urgente es concluir con The Searchers.

 

Por tanto, centrémonos en lo esencial de esa ley que Ethan lega a Martin.

 


•Martin: … Ethan Edwards…


•Martin: … being of a sound mind…


•Martin: … and…


•Martin: …without any blood kin…


•Martin: …do hereby….”


•Ethan: “Bequeath.” Means “leave.”


•Martin: “Bequeath…


•Martin: … all my property…

 


Ethan en el lugar del padre simbólico

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•Martin: …of any kind…


•Martin: …to…


•Martin: … Martin Pawley.”

 

Como ven, ninguna interpretación existía cuando, desde el principio del análisis del film, les decía que Ethan ocupaba el lugar de padre simbólico.

 

Todos sus requisitos afloran aquí llevados hasta el extremo.

 

Nombra a Martin su heredero absoluto a la vez que afirma carecer de lazo alguno de sangre con él –es Ethan Andrews el que nombra su heredero a Martin Pawley.

 

Y lo hace en su mismo testamento, es decir, al borde de la muerte y por escrito.

 

En suma: le escoge como su hijo -como Yavhé escogió al pueblo judío.

 

Y si la escritura de Ethan no lo es sobre la piedra sino en un pequeño cuaderno de bolsillo, las piedras rodean por todas partes el acto testamentario.

 


•Martin: What do you mean, you don’t have any blood kin?


•Martin: Why, Debbie’s your blood kin!

 

Debbie es tu pariente de sangre.

 


•Ethan: Not no more, she ain’t.

 

Ya no lo es, responde Ethan.

 

Una vez convertida en india, cesa todo parentesco.

 

Pero atiendan a la otra cara del asunto: en la misma medida en que le lega a Martin todas sus propiedades, le lega igualmente esa propiedad que es Debbie.

 


•Martin: Well, you can keep your will!


•Martin: l don’t want any of your property!

 

Martin se subleva: rechaza violentamente el testamento de Ethan.

 

Y, sin embargo…

 



•Martin: l ain’t forgetting you was getting all set to shoot her yourself. What kind of a man are you?


•Ethan: She’s been living with a buck!


•Ethan: She’s nothing but a–


•Martin: Shut your dirty mouth!


 

Con qué rapidez se pasa del cuchillo que cura al cuchillo que mata.

 


•Martin: l hope you die.

 

Martin verbaliza su odio al padre -ese deseo criminal que a él mismo habita.

 


•Ethan: That’ll be the day.

 

Llegará el día.

 

Sin duda: llegará el día en que Ethan esté muerto -es, ya se lo he señalado a ustedes más de una vez, desde después de ese día donde comienza la narración del film que Martin nos ofrece. Cuando ya comprende que en el núcleo de ese testamento esta el enunciado según el cual, a partir de ahora, Debbie es asunto suyo.

 



 

 

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