1. Psicoanálisis y Análisis Textual

 

 

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Psicoanálisis y Análisis Textual

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El nombre de la materia de este seminario es Psicoanálisis y Análisis textual.

 

Creo que es oportuno comenzar este año explicando el significado de este nombre.

 

El psicoanálisis es una palabra que nombra dos cosas.

 

Por una parte, una disciplina científica que se ocupa de los procesos psíquicos inconscientes y del aparato psíquico en el que estos encuentran su marco y posibilidad.

 

Y, por otra, es, también, una técnica terapéutica: la técnica terapéutica que tiene su fundamento en esa disciplina científica.

 

Pues bien, pienso que la mejor manera de presentarles nuestra materia consiste en hacerles ver que, en ambos ámbitos, el análisis textual desempeña una función esencial.

 

Para comprobarlo no tienen más que leer cualquier obra de Freud. En todas ellas podrán comprobar que su modo de explorar los procesos psíquicos no es otro que el análisis textual.

 

Pues eso es precisamente lo específico del modo de análisis que Freud practica: reconoce como texto al paciente al que escucha, y no solo en lo que se refiere a su habla sino también en todo lo que tiene que ver con su gestualidad corporal.

 

No tienen más que asomarse a La interpretación de los sueños para comprobarlo. Hagámoslo:

 

«En las páginas que siguen demostraré que existe una técnica psicológica que permite interpretar sueños, y que, si se aplica este procedimiento, todo sueño aparece como un producto psíquico provisto de sentido al que cabe asignar un puesto determinado dentro del ajetreo anímico de la vigilia.»

[Freud, Sigmund: La interpretación de los sueños, p. 29.]

 

 

 

 


Lo psíquico y el sentido

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Como ven, Freud habla de una técnica -la del análisis- que aborda el sueño como un producto psíquico provisto de sentido.

 

Y les llamo la atención sobre el hecho de que lo psíquico y el sentido son, para Freud, dos conceptos esencialmente emparentados.

 

Pues para él, es psíquico todo aquello que está provisto de sentido. De modo que, para él, el sentido es el rasgo definitorio de lo psíquico.

 

Si esa técnica permite analizar los sueños -e, igualmente, los síntomas-, si permite interpretarlos, es decir, determinar su sentido, es porque los concibe como textos.

 

 

 

 

 


Interpretación, análisis y sentido

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Y no entiendan aquí la palabra interpretación en el sentido dominante que tiene hoy en los estudios culturales, según el cual habría tantas interpretaciones posibles como sujetos interpretantes, con lo que los textos tendrían tantos sentidos como los sujetos quisieran darles.

 

Sin duda, todo lector hace su lectura, que es siempre una lectura subjetiva. Pero no es de eso de lo que se trata en la interpretación psicoanalítica, es decir, en el análisis.

 

Pues en el análisis de un sueño, como en el de un síntoma, solo un sentido -o unos pocos sentidos- importan, aquel, aquellos, que son los del paciente que lo ha soñado o que lo padece.

 

Pues es solo cuando éste da con ellos, cuando los reconoce, cuando se produce el efecto terapéutico.

 

Y ello, ese efecto terapéutico, es el que prueba que esos eran los sentidos verdaderos.

 

Verdaderos, claro está, para la subjetividad del paciente.

 

El sueño o el síntoma son entonces textos portadores de un sentido que puede ser desvelado.

 

Les llamo la atención sobre esto, porque lo otro más o menos les suena a todos, me refiero al hecho de que ese sentido del que el sueño o el síntoma es una expresión desfigurada y desplazada es un deseo prohibido e inconsciente.

 

Pero con todo, sobre esto que ya saben, deben retener el hecho de que existe una relación significante entre esa expresión desfigurada y desplazada que presenta el sueño manifiesto, y su contenido latente, el constituido por ese deseo inconsciente.

 

 

 


Determinismo psíquico y deletreo

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Si luego comienzan a leer cualquier análisis concreto de un sueño, verán como Freud pone esa técnica en marcha por la vía de deletrear cada uno de los elementos, cada uno de los significantes de esa expresión, en la seguridad de que todos ellos tienen significado porque todos ellos participan de lo que Freud llamó el determinismo de los procesos psíquicos.

 

Vean como lo describe:

 

«el psicoanalista se distingue por una creencia particularmente rigurosa en el determinismo de la vida anímica. Para él no hay en las exteriorizaciones psíquicas nada insignificante, nada caprichoso ni contingente; espera hallar una motivación suficiente aun donde no se suele plantear tal exigencia.»

[Freud, Sigmund: (1909) Cinco conferencias sobre psicoanálisis, p. 32]

 

Puede parecerles esto algo excesivo, pero, si lo piensan bien, se darán cuenta de que es el resultado directo de esa idea previa que les señalaba antes: que, para Freud el sentido es la condición de lo psíquico.

 

Y bien, nuestra materia espero que pueda servirles para comprobar hasta qué punto esto es así.

 

 

 

 


Texto y subjetividad

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Demos un paso más.

 

Lo que les digo de los sueños y los síntomas, podemos decirlo igualmente de los actos fallidos, de los chistes, de los mitos y de las obras de arte.

 

¿Ven ustedes lo que hay en común en todos estos fenómenos y lo que hace posible que el psicoanálisis pueda desplazarse con tal facilidad de unos a otros de sus respectivos territorios? Sencillamente, en que todos ellos son fenómenos de índole textual.

 

En todos esos ámbitos, lo específico del modo de análisis textual que Freud practica estriba en que orienta su análisis hacia la subjetividad que en ese texto se manifiesta.

 

Sea la subjetividad de un paciente, la del autor de una obra de arte o la de un determinado grupo cultural.

 

 

 


La singularidad de la terapia psicoanalítica

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Sé que algunos de ustedes están interesados en el contacto más inmediato con el ejercicio de la técnica psicoanalítica.

 

Quiero llamarles la atención sobre el modo en el que esta materia puede responder también a esa demanda -dado que creo que para el resto, para aquellos a los que les interesa más el psicoanálisis como herramienta de análisis de los fenómenos culturales y sociales, ese interés les resultará evidente desde el primer momento.

 

Para hacérselo ver, permítanme una primera mirada a la técnica terapéutica psicoanalítica.

 

No sé si han reparado ustedes en el hecho de que es la menos intervencionista de las terapias existentes. Y ello es así porque es, precisamente, en el sentido literal del término, una técnica analítica.

 

Ciertamente, toda terapia contiene necesariamente una práctica analítica, por pequeña que ésta sea. Pero, por lo general, ésta es solo el expediente previo para una intervención -utilizaré ahora un término de moda más bien irritante- proactiva.

 

El psicoanálisis no.

 

La terapia psicoanalítica se desenvuelve toda ella como análisis, de modo que excluye por principio tales intervenciones proactivas.

 

El analista guía, favorece y acompaña un análisis que es el propio paciente quien realiza. Por lo tanto, lo nuclear de la terapia psicoanalítica -no digo que el resto no sea importante- consiste en el análisis mismo.

 

 

 


Análisis textual, arte e inconsciente

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Que, como les digo, es un análisis textual. Un análisis de ese texto que es el paciente mismo.

 

Y tenemos la constancia de que los procedimientos de ese análisis no son diferentes de los que el propio Freud utilizó cuando se ocupó del estudio de las obras de arte.

 

A este propósito, les llamo la atención sobre una virtualidad que ofrece el análisis de textos artísticos y de la que carecen, por ejemplo, las presentaciones de casos clínicos.

 

Las obras de arte -este es, en mi opinión, el fundamento mismo del hecho artístico- conmueven a su lector, y lo hacen de manera inmediata, en tanto que tocan, movilizan, su inconsciente.

 

Porque han visto recientemente Los pájaros, tienen ustedes una bien próxima experiencia de ello.

 

La afección que han experimentado durante ese visionado les ha puesto, de inmediato, en contacto con su inconsciente.

 

Les ha permitido localizarlo, en la medida en que se han sentido tocados en un lugar de su psique que no es el de su conciencia.

 

Creo que esto es lo más urgente para ustedes a la hora de avanzar en su comprensión del psicoanálisis.

 

Más allá de las explicaciones teóricas, y para que estas puedan encontrar su auténtico sentido, es necesario que hagan esa primera experiencia de la presencia de su inconsciente de la única manera en que ésta puede tener lugar: como algo que actúa desplazado de su consciencia.

 

Como algo que reside en otro lugar.

 

Y bien, eso sucede en la experiencia artística.

 

Viendo la película han sentido que ésta tocaba algo en ustedes, algo que se sitúa en un lugar que escapa al territorio de lo que su conciencia gobierna y desde donde desencadena una sorprendentemente intensa experiencia emocional.

 

Y por más que la conciencia de ustedes les diga que eso no era más que una ficción, esa experiencia emocional que ustedes han hecho y que su consciencia no ha gobernado, no, al menos, del todo, es real.

 

Pues bien, ahí tienen: lo inconsciente.

 

En forma de la experiencia de una interrogación emocional que saben que está ahí y que, a la vez, sienten que se les escapa.

 

Procuren saborearlo -quiero decir: tomar conciencia de la experiencia de su sabor- antes de comenzar a analizarlo.

 

Pues es ese sabor el que debe guiar el análisis.

 

 

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