14. La rueda de Medusa

Jesús González Requena
Seminario Psicoanálisis y Análisis Textual
El dormitorio de la zarina (Octubre, Eisenstein)
Sesión del 18/05/2007
Universidad Complutense de Madrid
de esta edición: gonzalezrequena.com, 2014

 

 

 


Cuestiones de álgebra visual

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¿No les parece que hay algo mortecino y desesperado, en extremo angustiante, en este niño?

¿Y no les parece que hay algo de irreal y loco en el entusiasmo de esta mujer?

Y bien, habíamos situado esa relación dual, de a dos, en el contexto de una estructura triádica

que desde el comienzo mismo del film se había manifestado desmoronada.

Y claro, llegados a ese punto, resultaba demasiado fuerte la tentación de colocar ahí, en ese pedestal vacío, a la otra gran figura dotada de pedestal que el film ofrece.

Y por cierto, ¿se dan cuenta?, es realmente enorme.

La estatua del zar resulta muy poca cosa con respecto a ella.

Máxime porque ella es sólida como el granito.

Y jamás se tambalea.

La del zar, en cambio…

es frágil y está hueca.

Pero sin duda me apresuré en colocarla ahí.

No quiero decir que hiciera mal. Pero sería un error no atender a las transformaciones de la fórmula que se producen en el film antes de la llegada de esta figura.

De modo que no nos apresuremos.

¿Qué viene a continuación?


Una fuerza caníbal

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Viene, la alegría de los burgueses

y también la alegría que estalla en el frente, entre los obreros y campesinos que visten uniforme -la expresión es bolchevique-, quienes intensifican su demanda de paz.

En el frente, los soldados, confraternizan.

Derribado, asesinado el padre, es la fiesta de la confraternización de los hermanos.

Por encima, más allá de toda frontera,

comparten sus bebidas

y sus alimentos.

Intercambian sus cascos y sus uniformes.

Es la suya una alegría desbordante: la gran fiesta del hermanamiento.

Pero también, porque está ahí la vanguardia –la consciencia del proletariado-, tiene lugar la conversión de todo ello en un gesto político.

Todos hermanos.

Sí, pero…

Hablando de comida…

Una fuerza caníbal aparece de pronto, en forma de águila imperial.

Pero decirlo así, lexicalizar así esta imagen, al imponer las resonancias zaristas, tiende a velar lo que su literalidad formal impone.

Deletreémosla. Anotemos como se impone amenazante a nuestra mirada por sus enormes alas desplegadas, dispuestas al ataque, tanto como por su tremendo y amenazante pico, nítidamente recortado sobre el fondo luminoso.

No tiene, desde luego, cuerpo de león, pero tiene alas y boca voraz como la esfinge griega.

Esta fuerza caníbal que amenaza entonces, ¿de dónde procede?

No hay duda alguna posible.

Su origen es indicado con absoluta, incuestionable precisión en el plano que sigue:


La rueda de Medusa

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Hay un centro espacial absoluto en el universo visual de Octubre.

Se encuentra, sin duda, en el Palacio de Invierno. Y dentro del palacio en ese centro espacial que es así visualizado en el film.

En su interior, en el centro absoluto de ese octógono a su vez inscrito en un círculo, se encuentra la cabeza de una gorgona, rodeada de lo que parecen imágenes de la batalla de los lapitas contra los centauros.

Veamos mejor ese suelo tal y como se conserva hoy en el Palacio de Invierno.

No hay duda que se trata de una gorgona: su cabeza rodeada de un enjambre aterrador de serpientes, a la vez que dotada de dos alas -y las alas, huelga recordarlo, son algo que las medusas comparten con las esfinges.

Aquí tienen el momento en el que Perseo corta la cabeza a la Gorgona Medusa, actuando bajo la protección de Atenea.

Por cierto, qué diosa tan interesante Atenea, la diosa de Atenas, como su propio nombre indica. Su rasgo más notable, además de su virginidad y su carácter guerrero y sabio, es el haber nacido de la frente de Zeus. Les invito a preguntarse por qué tan original origen. Pues tiene mucho que ver con la temática que nos ocupa aquí.

Y, ciertamente, Atenea está tan relacionada con el mito de Medusa que la cabeza cortada de ésta quedará incorporada a su propio escudo.

Es curioso que, cuando Freud lo anota en su breve artículo de 1922 sobre la La cabeza de medusa, no dice nada sobre el hecho de que, a la vez que llevaba esa terrible cabeza en la que él veía la representación siniestra del genital femenino, sostenía, en la otra mano, su lanza guerrera.

Esta foto, como las que la siguen, acompaña a un artículo sobre las gorgonas de una colega de la Complutense.

Aquí tienen la referencia: Aguirre Castro, Mercedes : 1998: “Las Gorgonas en el Mediterráneo Occidental” en Revista de Arqueología 207, Julio 1998, pp. 22-31, 1998. http://www.ucm.es/info/seic/

Eran tres las gorgonas – Esteno, Euríale y Medusa. Tres monstruos míticos asociados al mar.

Sus rasgos más característicos son: su terrible mirada, que petrifica al que la mira -por eso Perseo se acercó a ella mirándola reflejada en su pulido escudo-, la multitud de serpientes que llenan su cabeza y su cintura, y su gran boca, con su lengua colgando y sus afilados colmillos.

Un bicho realmente desagradable.

Sin duda. Pero uno que fue objeto de una progresiva estilización y embellecimiento en la época clásica.

Es ante ella, ante la gorgona, ante quienes todos se inclinan.

El cartel echa la culpa al Gobierno provisional, pero no así la imagen.

La imagen localiza otra fuerte para la amenaza.

Y por eso se desocupa de ese pobre hombre, Kerenski, el presidente del Gobierno Provisional, que estaría ahí, en fuera de campo, más allá del límite superior del encuadre.

Sólo el texto escrito le presta atención. El visual, en cambio, le ignora hasta tal punto que se salta el raccord espacial para volver a la auténtica protagonista, la gorgona, localizándola, de nuevo, en el centro de todo.


-Como ven, no era ahí donde el hombre se había detenido.

No hay raccord, pero si centralidad constante de Medusa, a pesar de todo raccord.

Desde luego hay alguien ahí, fuera de campo, cogiendo el papel.

Pero debe tener muy poco peso, pues la cámara lo ignora.

No hay duda. Ella es la Guerra.

Lo explosivo es ella.

Queda preguntarse: si es tal su importancia ¿por qué vemos su cabeza siempre inclinada?

Pienso que la razón es evidente: porque siendo redondos como los de una rueda dentada los círculos que la rodean, ha comenzado ya a girar y a girar.


Máquinas de destrucción

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De hecho, en el frente la violencia ha retornado.

Y los cuerpos, también los más bellos, la padecen resignados.

Incluso los de aquellos que parecen fuertes como toros.

Pues sobre ellos se abate una máquina de destrucción literalmente inhumana.

Manda sin duda el movimiento descendente -que se proyecta semánticamente como aplastamiento de los soldados- pero no podemos por ello dejar de anotar la configuración circular que predomina en estas formas guerreras.

Formas circulares y dentadas.

Es decir: medusinas.

Tan inhumanas como extraordinariamente pesadas. Literalmente aplastantes.

Hombres, pues, pisados, aplastados por las máquinas.

Y en un momento dado, el movimiento, hasta ahora descendente, se transforma en circular, tal y como lo anunciaban esas pesadas y brillantes formas circulares que descendían.

O como lo anunciaba, igualmente, la inclinación de la cabeza de Medusa.

Son hombres, obreros, los que crean con sus manos las máquinas brutales que aplastan a otros hombres, vestidos de uniforme, que también son obreros.

Los hombres hacen girar la polea que hace descender las máquinas infernales que aplastan a otros hombres.

Hombres, pues, uncidos a ese movimiento circular y aplastante que procede de…

Y, de hecho, sólo eso podría introducir algún sentido en el extraño encadenamiento que sigue y que cobra la forma de, cuando menos, una insólita comparación.

la máquina de guerra se posa sobre el suelo

como sobre el suelo se posan pies de las mujeres

Y sobre la comparación, la diferencia: las mujeres tienen frío mientras aguardan, al amanecer, en la cola del pan.

Mientras sus hombres, uncidos como animales a la máquina que los hace girar, fabrican las máquinas de guerra que aplastan y destruyen a otros hombres…

Unas y otros encadenados: los hombres a la manivela que hacen girar, como las mujeres a la cola en la que deben esperar.

Es la eterna historia de siempre.


Hambre y guerra.

¿Cómo romper entonces las cadenas de ese siempre?


La bandera y la fe

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Pero la redención es posible.

Tiene su mensajero.

Estatismo de los hombres, dinamismo de la luz.

Vibración de la emoción, la de la luz, en esos hombres expectantemente estáticos.

Es una iluminación lo que aguarda.

Y el elegido está ya entre nosotros, aun cuando aún no haya sido identificado.

Pero le busca la luz.

Ni una sola mujer entre los que aguardan al redentor.

¿No es entonces de un campo absolutamente masculino de donde se espera la redención frente a la endiablada circularidad de Medusa?

¿No ocupa aquí el esperado una posición equivalente al Tyler Durden de El Club de la Lucha?

No hay duda: es un milagro lo que va a llegar.

Es decir: se trata de las Tesis de abril, el nuevo mensaje leninista que rompiendo la línea tradicional del partido reclamaba la realización inmediata de la revolución comunista.

La bandera.

Y la fe. Y la vibración lumínica de esa fe.


Culto a la personalidad

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El instante se anota.

La luz se concentra en un punto.

El milagro se produce. La aparición tiene lugar. La figura redentora emerge deslumbrando a los que la aguardan.

No bromeo: sólo deletreo lo que las imágenes escriben. Pues es de eso de lo que se trata.

Él: sin nombre ni apellido.

¿Dios?

O, al menos el salvador.

Su presentación metonímica es la tantas veces repetida para la introducción de la figura de Jesucristo en el cine.

Primero sus pies, luego su figura de espaldas, sólo finalmente su rostro.

Así pues: alguien que sube.

El que hace suya la bandera.

El que la levanta.

Aquel en torno al cual todos se arremolinan.


Un fondo medusino

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Ahora bien, ¿por qué la insistencia en esta rueda?

¿Visualización metafórica de ese arremolinamiento que está teniendo lugar en torno al redentor?

Merece la pena, por ello, retornar aquí: si hace un momento hemos hablado de su involucración en la presentación metonímica -el pie del que asciende- del redentor, no nos detuvimos en apreciar su neta, obligada circularidad, que introduce los ecos, en esta secuencia, de las formas circulares que se han hecho presentes en las escenas anteriores.

Y así, paso a paso, la vibración aumenta, la cantidad de movimiento visual se incrementa, plano a plano

El redentor recibe, finalmente, su nombre.

Uno que todos corean.

Él es la bandera.

Y porque se trata de la bandera del partido, él es el partido.

Y también: su nombre es la bandera.

Como ven, resulta imposible compartir la obcecación de los historiadores del cine en su empeño en eximir a Eisenstein del culto a la personalidad.

Pero volvamos a lo nuestro: les decía que el movimiento no cesaba de crecer.

Su apoteosis coincide con la emergencia del nombre de Lenin, y con la apoteosis del movimiento de la bandera.

La hagiográfica demora en la presentación de su rostro es llevada hasta el extremo: por eso su figura entera solo aparece primero en un gran plano general.

Ahí le tienen, bañado por la luz.

El reloj: ha llegado la hora.

Todo es dinamismo en este plano de diagonales múltiples que se atraviesan entre sí.


El portavoz de los que han asesinado al padre

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Lenin emerge, pues, como portavoz de los que han asesinado al padre.

Es el líder carismático -en el sentido literal y radical del término, que nombra el don divino.

Pero uno de ese nuevo tipo que impone su presencia en el siglo XX.

Pues, muerto Dios, el vacío dejado por su ausencia constituye un locus tremendamente energético.

Se ha acusado muchas veces y no sin razón a la religión de fabricar la peligrosa especie de los que hablaban en nombre de Dios. Ahora bien, ¿no es más peligrosa la nueva especie de los que ocupan el lugar vacante de Dios? Pues los primeros, en todo caso, estaban limitados por la existencia de ese otro en nombre del cual hablaban y al cual debían amoldar su discurso. Los segundos, en cambio, no conocen ya ese límite.

Él es la bandera, la enseña, la divisa.

Y habla subido a un tanque militar.

Su mensaje es nocturno.

Ningún apoyo al gobierno provisional. Suena convincente esta consigna que, por lo demás, fue la que históricamente lanzara Lenin en sus Tesis de abril con las que impuso su golpe de timón en el partido bolchevique.

Ahora bien, ¿cuáles pueden ser sus efectos sobre el ser provisional asociado a este nombre?

Desde 1925 San Petersburgo -entonces Petrogrado- pasó a llamarse Leningrado.

Y bien, el mensaje que llega en la noche se expande en el día.

Ahora bien, ¿quién es esa figura que, impasible, contempla a las masas revolucionarias que ocupan la calle?

¿Y qué tiene que ver con la esfinge que, dentro de bien poco, contemplará impasible la masacre?