El hombre de arena, Olympia y el Jitterbug

 

Jesús González Requena
Análisis de Textos Audiovisuales, 2019/2020
16/03/2020
Universidad Complutense de Madrid
de esta edición: gonzalezrequena.com, 2020

 

 

 

ir al índice del libro

 

 


En la ferretería


 

A la mañana siguiente, la ferretería de los Beaumont.

 

Una construcción de una sola planta, pero cuya fachada está llena de escaleras -hasta cuatro que enmarcan la puerta de entrada a la tienda- que parecen invitar a subir hacia la séptima planta en la que mora Dorothy Vallens.

 



Double Ed: Coffee time.


Jeffrey: Yo!

 

Los pies y el bastón de un ciego.

 

¿Qué podemos decir de un ciego en el contexto del universo diegético de Blue Velvet, en el que la oscuridad constituye la amenaza mayor, tanto como el territorio en el que Jeffrey ha decidido internarse?

 

Que es alguien que sabe moverse en la oscuridad.

 

Pero, ¿cómo no reparar, en un plano tan desnudo como éste, en el único objeto que se nos muestra en la estantería de la Beaumont’s Paints & Hardware? Máxime por el contraste que este plano tan desnudo -insistamos en ello- presenta con el tan abigarrado que acaba de precederle:

 



 

No otra cosa que mangueras de riego verdes -cuatro grandes royos alineados en el estante.

 

En todo semejantes a aquella con la que regaba el padre instantes antes de su colapso.

 

Y también, por tanto, como la vena que se atascó en las proximidades de su corazón.

 


Olympia, Sandman

volver al índice

 

Pero no solo eso.

 

También esto otro: la marca de esas mangueras, bien visible en la última de ellas: Olympia.

 

¿Cómo no atender a la precisa referencia intertextual que este nombre suscita? Venimos de constatar como incluso el vecindario más apacible de Lumberton, Vista, se ha oscurecido y sus casas, no solo la de Jeffrey, en la noche, han comenzado todas ellas a resultar inquietantes.

 

Lo familiar ha comenzado a ser percibido como extraño, lo heimlich como unheimlich.

 

En El hombre de arena, el relato de Hoffmann que fue escogido por Freud como el texto idóneo para desplegar su reflexión sobre lo siniestro, Olympia es el nombre de la joven de la que se enamora locamente Nataniel, su protagonista, y de la que acabaremos sabiendo -aunque de hecho habíamos empezado pronto a intuirlo vagamente- que no es más que una autómata.

 

Que de tal referencia intertextual se trata -más allá del evidente aroma de lo siniestro que envuelve buena parte del film- queda confirmado cuando recordamos que la canción que Ben, el mórbido hampón amigo de Frank, versa precisamente sobre el Sandman:

 


Ben: A candy-colored clown they call the Sandman

 

Ben interpreta, en un ostensible play-back, la canción In Dreams de Roy Orbison, también ella, como Blue Velvet de Bobby Vinton, de 1963, con lo que esta fecha queda confirmada como la del tiempo diegético del film.

 

Ciertamente, el Sandman del que habla la canción Orbison no es, al menos aparentemente, siniestro como el de Hoffman, sino la imagen amable del folclore anglosajón que promete bellos sueños a los niños cuando se van a la cama.

 

Pero, no menos ciertamente, uno y otro proceden de un fondo folklórico común, y ambos, el amable tanto como el siniestro, llegan por la noche, anunciando el sueño -con independencia de que este sea maravilloso o pueda convertirse en una pesadilla.

 

Y, en cualquier caso, es una figura en sí misma siniestra la de Ben, el personaje que lo interpreta.

 

Por lo demás, el que aquí sea presentado como un payaso de color caramelo, no lo aleja del de Hoffmann, cuyo aspecto bufonesco -pero, eso sí, diabólicamente bufonesco- en señalado con todo detenimiento.

 

No es casualidad, por lo demás, que la figura del payaso haya quedado asociada, en el cine anglosajón contemporáneo, desde La naranja mecánica a Batman o El Joker, como una imagen bien contemporánea de lo siniestro.

 


Ben: Tiptoes to my room every night


Ben: Just to sprinkle stardust and to whisper


Ben: Go to sleep


Ben: Everything is all right

 

Frank -figura no menos siniestra que la de Ben-, deletrea la canción mientras la escucha como si fuera íntimamente suya.

 


Ben: I close my eyes

 

La arena del Sandman hacer cerrar los ojos.

 

Y el sueño maravilloso puede convertirse a la vez en la más siniestra pesadilla.

 

Versa, en cualquier caso, sobre el amor:

 


Ben: Then I drift away


Ben: Into the magic night


Ben: I softly say


Ben: A silent prayer


Ben: Like dreamers do


Ben: Then I fall asleep to dream

 

Cuando el sueño de la canción comienza, Dorothy sale de la habitación en la que por unos instantes ha podido ver a su hijo raptado.

 

Y su raptor,

 


Ben: My dreams of you

 

Frank, sueña con ella,

 


Ben: In dreams I walk


Ben: with you

 

camina con ella -y es ese amor por ella el que libidiniza la patente relación amorosa que Ben y Frank mantienen-,

 


Ben: In dreams I talk to you

 

habla con ella.

 


 

Ben: In dreams you’re mine all the time


Ben: We’re together.

 

De modo que, de alguna manera, Frank se quiere en el lugar de ese niño raptado; la mujer con la que quiere caminar y hablar, la mujer que quiere que sea suya todo el tiempo, debería devolverle -la escena que Jeffrey ha contemplado en el apartamento de Dorothy es del todo expresiva a ese respecto- la madre del origen.

 

Lo más familiar convertido en siniestro por el camino más directo: tal es lo que se encuentra en el núcleo de la fantasía incestuosa que late en Blue Velvet.


Mono, sexo, desdoblamientos

volver al índice

 



Jeffrey: Hey, Double Ed,


 

Double Ed.

 

Así pues, no es uno el que llega, sino dos, de modo que ese otro asunto tan propio de lo siniestro, el del doble, se esboza también aquí.

 


Jeffrey: where are the overalls?


 

Jeffrey pregunta donde se encuentran los monos de trabajo.

 

Pero, ¿qué hay en su cabeza cuando hace esa pregunta? La decisión de disfrazarse con un mono de fumigador para así introducirse en el apartamento de Dorothy Vallens, desde luego.

 

Ahora bien, literalmente, tal y como la imagen lo muestra, ¿qué es lo que hay en su cabeza?

 

Basta ir al arranque del plano para constatarlo:

 


 

Dos atractivas jóvenes vistiendo tan solo, cada una de ellas, un idéntico bikini azul. Veámoslas en una ampliación:

 


 

Es el interés por el sexo, por tanto, lo que bien patentemente se agita en el interior de su cabeza.

 

Resulta pues obligado atender ahora a la presencia de lo que se desdobla en dos, en esta película en la que todo está desdoblado: son dos mujeres en bikini como son dos los Ed empleados en la ferretería.

 

Y, por lo demás, ¿cuanto suman dos y dos?

 


Double Ed: They’re on the bottom shelf, rolled


Double Ed: up, where they’ve always been.


Jeffrey: Hey, Ed, how many fingers?

 

No hay duda: cuatro.

 

Como eran cuatro las escaleras presentes en la fachada de la ferretería:

 


 

Por lo demás, que Jeffrey no deja de ser un niño:

 


Double Ed: Four.


Jeffrey: I still don’t know how you do that.

 

Pues afirma que todavía no sabe cómo lo hace, cuando ya es mayorcito para saberlo, dado es bien patente que es el segundo Ed el que comunica al ciego por el tacto la respuesta correcta tocando cuatro veces seguidas el hombro de su compañero.

 


 

Lo que nos obliga a anotar que la respuesta pasa por el tacto: y por cierto que es esencialmente táctil el saber que se juega en el sexo.

 


Jeffrey: I still don’t know how you do that.

 

Ciertamente, de eso todavía no sabe gran cosa Jeffrey.

 

Pero está dispuesto a saber.

 

De hecho, está preparando sus armas para la incursión en el séptimo piso de Dorothy Vallens.

 


Jeffrey: Now Iisten. You sure you don’t need me or this rig for a while?


Double Ed: If you wanna spray for bugs, Jeffrey, it causes us no pain.

 

Spray for bugs se traduce correctamente por fumigar, pero al hacerlo así se pierde la presencia de esos insectos, bugs, que están ahí presentes como fuente de contaminación.


Mulholand drive: Jitterbug

volver al índice

 

A lo que hay que añadir que esta palabra, bugs, usada como adjetivo, significa loco.

 

Quien ha visto Mulholand Drive es probable que recuerde que el concurso que gana Diane y que le permite viajar a Hollywood es un concurso de Jitterbug que es presentado en el comienzo mismo del film.

 


 

En él, sobre un fondo vacío, son mostradas parejas de jóvenes entregadas al frenesí del Jitterbug, mezcladas con sus propias sombras, desdobladas y superpuestas en imagen en momentos diferentes de su baile.

 

El desdoblamiento -que constituirá aquí motivo central del film- se haya pues masivamente presente desde su comienzo.

 

El nombre, el de este baile, Jitterbug –jitter – bug– puede ser traducido tanto por el bicho o microbio del nerviosismo, tanto como por
el molesto nerviosismo.

 

 

Aparece así por primera vez la protagonista del film rodeada por sus abuelos -la abuela de nuevo, pues.

 

 

Diane ganó el primer premio.

 

Y ello debió sumirla en un estado maníaco.

 

De hecho, ese concurso de baile aparece como el recuerdo casi delirante de una protagonista sumida en una depresión extrema.

 


 

Pues es un plano subjetivo -sin contraplano- el que hace que la luminosidad de la escena del baile sea sustituida por la oscuridad de un dormitorio en cuya cama se derrumba y abisma Diane.

 

¿Me detengo demasiado en esto del Jitterbug? El caso es que nos conduce, por la vía más inesperada, a la película favorita de la infancia de Lynch.


Jitterbug y El mago de Oz

volver al índice

 


 

Me refiero a El mago de Oz, la película de Victor Fleming de 1939.

 

Pues para El mago de Oz, célebre película a la vez musical e infantil, llegó a rodarse una escena que contenía un número de jitterbug -El jitterbug era un baile de moda en los tiempos en que se rodó el film.

 

Lamentablemente, esa escena no se conserva, pero circula en la red una reconstrucción (The Jitterbug- Lyrics And Music-The Wizard Of Oz) que conviene ver, tanto por su interesante contenido como por el hecho de que su protagonista, como la de Blue Velvet, se llama Dorothy.

 


Dorothy: Did you just hear what I just heard?

 

Como ven -Has oído lo que acabo de oir? la oreja está también presente aquí, pues hay, en primer lugar, un ruido.

 


 

Scarecrow: That noise don’t come from an ordinary bird.

 

El espantapájaros afirma que se trata de un ruido desconocido
que no procede de un pájaro común. De modo que es como esos ruidos que acechan en el mundo lynchiano y que la música intenta apagar.

 

Tin Man: It’s giving me the jitters in the joints around the knees

 

Ese ruido hace que al Hombre de Hojalata le tiemblen las rodillas.

 

Y en seguida provoca el miedo de todos.

 

Lion: I think I see a shadow and it’d fuzzy and it’s furry

 

Así del león, quien afirma creer ver una sombra borrosa y peluda que llegará a cobrar forma en el monstruo de Mulholand Drive:

 

 

Scarecrow: I haven’t got a brain but I think I oughta worry.

 

Tambien el Espantapájaros proclama su miedo y así, en una brillante paradoja, afirma no tener cerebro, pero a la vez sentirse obligado a preocuparse.

 

Tin Man: I haven’t got a heart but I feel a palpitation.

 

Y a su vez el hombre de hojalata, participando de paradoja semejante, afirma no tener corazón y, a la vez, sentir una palpitación.

 

Se hace así patente lo que se dibuja en esas tres figuras que acompañan a Dorothy, el león, el espantapájaros y el hombre de hojalata: un cuerpo a la vez desmembrado y carente de sus órganos fundamentales.

 

Lion: As monarch of the forest I don’t like this situation.

 

El León confiesa su miedo.

 

Por cierto que en todo ello se concreta un tema central de El mago de Oz. En su trayecto, los tres amigos de Dorothy adquieren lo que en principio les falta: el león el valor, el espantapájaros el cerebro y el hombre de hojalata el corazón.

 


Dorothy: Are you gonna stand around and let him fill us full of horror?

 

Que es un pálpito de horror lo que siente el rey de la selva
es algo que las palabras de Dorothy nombran con precisión.

 

Mi impresión es que, de niño, Lynch debió experimentar cierta intensa vivencia de horror que quedó asociada a la contemplación televisiva de El Mago de Oz -pues en los años sesenta era ésta una película emitida por la televisión con harta frecuencia, lo que a su vez nos conduce a la televisión encendida que hemos visto contemplar a la madre de Jeffrey.

 

Y bien, si algo horroroso latía para él escondido en esa película, ¿dónde mejor podría manifestarse que en su escena oculta?

 

Aparecen, a continuación, una serie de denominaciones relativas a esa cosa horrorosa que tratan de nombrar, y que, sin embargo, precisa paradoja, solo alcanzan a nombran es su misma innombrabilidad:

 

Scarecrow: It’s a whosis!

Tin Man: It’s a whatsis!

 

Así pues, ante ese ruido, se da un evidente fracaso de las palabras,

 


 

lo que viene a encender todas las alarmas -pues es sabido que lo más horrible
es siempre aquello para lo que no hay imagen ni nombre posible.

 

Dorothy / Scarecrow / Tin Man / Lion: Beware!

 

Hay que tener cuidado.

 

Dorothy: Who’s that hiding in the treetops?
It’s that rascal, the Jittergug.
Should you catch him buzzing round you?
Keep away from the Jitterbug.
Oh the bees in the breeze and the bats in the trees have a terrible, horrible buzz.
But bees in the breeze and the bats in the the trees couldn’t do what the Jitterbug does.

 

Y luego aparece el Jitterbug como tal, pues este número de El mago de Oz no solo es un jitterbug, sino un Jitterbug sobre el Jitterbug.

 

Es decir: casi una definición.

 

Tomémonosla en serio: Es un bribón el tal Jitterbug del que hay que protegerse.

 

Lo acompaña un zumbido del que se dice que es horrible: peor que el de las abejas e incluso que el de los murciélagos, pues estos no hacen lo que el Jitterbug hace.

 

Lo hemos oído crecer en el momento en que Jeffrey encontraba la oreja cortada:

 


 

Aquí comenzaba su crescendo:

 




 

Y el modo de su emergencia era bien semejante al que ya se producía antes, inmediatamente después del derrumbe del padre:

 


Canción: Precious and warm a memory / Through the years…

 

Tanto como, más tarde, se ahondaba aquí:

 

 

Canción: Oh the jittter.
Oh the bug.
Oh the jitterbug.
I’m a twitter.
In the throws.
Oh the critter’s got me dancing on a thousand toes
Thar she blows!

 

Y por cierto que en El mago de Oz es la propia canción
la que nos devuelve la descomposición de la palabra jitterbug en sus componentes, jitter y bug.

 

Canción: Jitterbugs: Dit-dit-dit… Who’s that hiding in the treetops?

 

¿Quien se oculta en las copas de los árboles?

 



Doubled Ed

volver al índice


Double Ed: If you wanna spray for bugs, Jeffrey, it causes us no pain.

 

Es todavía pronto para anotar la ambivalencia del modo escogido por Jeffrey para introducirse en el apartamento de Dorothy.

 

Conformémonos, por ello, con constatar el énfasis que desde aquí se hace en ese modo, por la vía de la mostración de sus preparativos.

 


Jeffrey: Okey-dokey, Double Ed.


Jeffrey: Oh, it’s so good to have you back.

 

Por lo demás, la ambivalencia se hace presente aquí en esa doble cara de Doubled Ed, quien a la vez es ciego y ve.

 


Double Ed: Yeah, sure.


 

volver al índice

 

 

 

Safe Creative #2005103952971