9. Contaminaciones

Jesús González Requena
True Detective II. La Diosa
Análisis de Textos Audiovisuales 2016/2017
sesión del 08/05/2017 (2)
Universidad Complutense de Madrid
de esta edición: gonzalezrequena.com, 2017

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La pista amarilla

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¿Recuerdan lo que condujo a los detectives hasta esa iglesia de la Diosa?

Sabemos que el texto que esa pista contiene supone un punto extremo de contaminación entre el cristianismo y el culto satánico que perpetra los crímenes.

Aunque es Jesucristo el en ella nombrado, el color intensamente amarillo del papel remite a ese Rey Amarillo que podría ejercer como el supremo sacerdote de la diosa.

Y si los brazos abiertos de la figura pueden rememorar la cruz, el gran círculo llameante que hay tras ella parece estar más cerca de la espiral.

De modo que la imaginería del cristianismo se ha convertido en la pantalla que oculta el culto satánico.

Es evidente en que medida Cohle se ha de sentir, en ello, concernido:

Pues las llamas se encuentran tanto en torno a la cabeza de Cohle como a la de Jesucristo.

De nuevo, pues, la contaminación: dado que las propias llamas son amarillas, como el Rey amarillo mismo.

Pero sabemos con qué hace frente Cohle a esas llamas:

Cohle: Days like lost dogs.


Se dan cuenta, supongo, de la neta oposición de temperaturas cromáticas.

Frente al intenso amarillo de las llamas, el crucifijo de Cohle viene a enfriar ese ardor. No es que excluya toda pasión, pero sí que apunta a sublimarla, es decir, a espiritualizarla.

En rigor, la imagen del Jesucristo amarillo presenta una constelación visual mucho más cercana a esta:

Especialmente si hacemos abstracción de la figura de Cohle:

En ella, los cuernos tienen algo de llamas y, en cualquier caso, tal y como son mostrados ahora, parecen dibujar una forma circular.

Pero, en rigor, no podemos obviar la presencia de Cohle aquí:

Es un hecho que él, para combatirlo, se introduce en profundidad en ese culto al que busca hacer frente.

Diríase que incluso ensayara ocupar el lugar de su supremo sacerdote.

El suyo es un viaje de exploración y de combate: propiamente de descenso a los infiernos.


El bosque y el prostíbulo

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Ahora bien, ¿de dónde han obtenido esa pista?

Del interior de un frondoso, salvaje y oscuro bosque.

Marty: That it?


habitado por prostitutas que podrían ser también oscuros ángeles, uno de los cuales reina en el lugar:

Marty: Hello, ma’am.

Marty: Martin Han, Rustin Cohle. State CID.

Marty: This your place?

Por supuesto, no piensen que ignoro la voluntad realista en la descripción de este degradado burdel de la Luisiana.

Solo les llamo la atención sobre el hecho de que esa mirada realista para nada es incompatible con la estilización que introduce ciertas connotaciones mitológicas.

La primera de todas, el bosque,

tan asociado a los primeros cultos religiosos ensayados por los hombres como a los sacrificios que en ellos tenían lugar.

¿Y cómo no recordar aquí, por lo demás, el árbol de la escena del crimen?

Es pues de un sórdido bosque asociado con el sexo prostituido de donde procede esa pista que podría ser también un mensaje.

Cohle: That a down payment?

Como saben, el comentario de Cohle tiene por objeto el dinero que hace un momento Hart ha entregado, en un gesto de compasión, a la joven prostituta amiga de la asesinada.

Y saben también el largo alcance narrativo que este comentario, dicho como de pasada en este segundo episodio, tiene en la serie: aunque Hart no lo sabe, ciertamente está dando un pago por adelantado a la prostituta que años más tarde -a la altura del capítulo 6- convertirá en su amante -esa misma, ya lo hemos advertido, a la que terminará por parecerse su propia hija.

Y es que -también lo señalamos- los árboles de este bosque alcanzan incluso a la casa de Hart.


Cohle: That a down payment?

Hart, claro está, se da por ofendido por el comentario:

Marty: Is shitting on any moment of decency part of your job description?

Tiene su parte de razón. No hay duda de que lo ha hecho con buena intención. Le gustaría redimir a la chica, tanto como se ha apiadado de su condición de prostituta prematura.

De hecho, buenos sentimientos como estos afloran en Hart continuamente paralizándole como detective -nublándole los ojos de piedad, impidiéndole ver-: así sucedía también en el interrogatorio de los Fontenot o en el de la madre le la víctima.

Son buenos sentimientos, pero son también la máscara que oculta sus deseos más oscuros, como cumplidamente sucederá con esta joven prostituta a la que, como acabo de recordarles, convertirá en su amante y a la que, también sin saberlo, buscará parecerse su propia hija…

Les llamo la atención ahora sobre todo esto por la semejanza que ello mantiene con el modo en que el cristianismo ambiental, blando y sentimental del que el propio Hart participa, aparece en la serie como máscara de los cultos satánicos. Y ciertamente, en ello pueden reconocerse aspectos de la crítica nietzscheana al cristianismo. Pero la diferencia radical estriba en que Nietzsche reduce a eso al cristianismo -no en balde fue el filósofo del eterno retorno- mientras que en True Detective, por contra, un cristianismo más puro e intenso aparece opuesto a tal mistificación.

O en otros términos: en el combate entre

la cruz

y la espiral

queda situado ese falso, blando y sentimental cristianismo, como una pantalla de confusión y de mistificación.

Cohle: “I closed

Cohle: my eyes and saw The King

Cohle: in Yellow moving through the forest.”

Y, ciertamente, el rey amarillo es un rey del bosque.

Pero en ello sólo repara Cohle,

Cohle: This is her diary, Marty.

Marty: A girl that young?

porque Hart sigue instalado en su particular ceguera.

Marty: You know the sheriff has got a stake in this place, too.

Como pueden ver, sigue todavía del todo enceguecido por esos buenos sentimientos que enmascaran sus deseos más oscuros…

Cohle es todo lo contrario, él mantiene los ojos bien abiertos; nada nubla su mirada, pues no se oculta a sí mismo que esos deseos violentos y crueles que combate existen en él mismo -de hecho, los usa como guía para aproximarse a los criminales.

Marty: Fucking Christ.

Cohle: “The King’s children were marked. “They became his angels.”

¿Ven por qué les decía hace un momento que las prostitutas de este bosque tenían algo de ángeles caídos?


Estrellas

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Cohle: The Yellow King, Carcosa.

Y por cierto, ¿se dan cuenta que esa sistemática red de conexiones contaminantes alcanza incluso a ese ámbito en el que Cohle localiza la expresión más pura de su ideal?

Me refiero, claro está, a las estrellas: pues en principio están del lado más noble de Cohle. Las estrellas de Alaska,

Marty: didn’t you tell me one time at dinner once, maybe, about you used to… you used to make up stories about the stars?

Cohle: Yeah, that was–

Cohle: that was, um, in A-Alaska, under the– under the night skies.

como la que él mismo encarna, a través de su cerveza, como estrella solitaria.

Si es cierto que las estrellas comparecen como la metáfora misma de su ideal -de ese ideal que él mismo encarna, contra viento y marea, a costa de la soledad más absoluta-, no es menos cierto que las estrellas aparecen también aquí:

Estrellas negras como las que invocará Reginald Ledoux hastas tres veces:

Ledoux: It´s time, isn´t it?

Ledoux: The black stars.

(…)

Ledoux: The black stars

Ledoux: rise.

Cohle: Why the antlers?

Y que por eso, en cierto modo, constituirán la respuesta a la pregunta nunca respondida que hace Cohle por el sentido de la cornamenta:

Ledoux: Black star.

Episodio 5:

Una virgen en actitud piadosa se encuentra en el colegio abandonado que Cohle descubrirá repleto de las trampas siniestras.

Y tras la Virgen, San Juan, el hijo amantísimo

convertido en guardián de los infiernos.


Un ángel de mirada malévola -más bien un súcubo- que sangra por la sien.

Anoten aquí, una vez más, eso que la serie nunca dice verbalmente, pero sí de manera insistente en el plano visual: su sexo es femenino.

Como sucede igualmente con el de esta otra figura.

O con el de esta tercera.

Nos aproximamos, pues, al reino de la diosa.

Recuerdan que aquí Cohle encuentra un bosque de esculturas infernales -un modelo reducido del que luego encontrará en Carcosa-


pero lo que quizás no recuerden es lo que el espectador ve -aunque no el propio Cohle- cuando la escena -y el episodio- acaba:

Estrellas pintadas sobre el cristal.


Pero también en las paredes…


Y esas estrellas aparecen también aquí,

Donde, sin embargo, anotémoslo porque volveremos a ello más tarde, parecen ser a la vez flores.


Contaminación del espacio de Cohle

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Como les digo, a diferencia de Hart, quien no quiere ver nada, a diferencia de su cristianismo sentimental con el que enmascara tanto la crueldad del mundo como la violencia que en él mismo habita, Cohle, y ese otro cristianismo existencial que él encarna, sabe del fuego que late en su interior y lo usa como guía en su lucha contra el crimen.

Lo que supone necesariamente, como les he señalado ya, un descenso a los infiernos.

Y, así, su espacio,


Hart: Don’t mention it. I, uh– I can’t stay.

en principio límpido y ascético, va contaminándose progresivamente de aquello a lo que combate.

El comienzo de ese proceso es localizado por la mirada de Hart antes de que haya comenzado su eclosión: Practical Homnicide Investigation. Tactics, procedures, and forensic techniques, Serial Jillers, The Encyclopedia of Forensic Science.

Y, encima de todos, Sex Crimes, de Alice Vrchss.

Marty: Yeah, I’ll tell you guys–

A la altura del episodio tres, el apartamento de Cohle ha cambiado profundamente de aspecto, hasta llegar a aproximarse a éste:

Tanto por lo que se refiere al aspecto como al color.

Y ello irá en crescendo.

De modo que las formas de la religión combatida parecerán reinar absolutamente en el mundo de Cohle.

(Cohle: Yeah. So while we were grilling B&E)

De hecho, Cohle había comenzado muy pronto a abismarse en los sótanos policiales donde se acumulaban las huellas de infinidad de crímenes anónimos.

Cohle: jerkoffs and burn victims, I decided to put insomnia to good use.

En cierto modo, los archivos policiales anticipan ya los oscuros pasillos de Carcosa: un espacio recóndito y subterráneo donde se acumulan las huellas de crímenes de los que nadie quiere saber nada.


(…)

(Cohle: young, old.)

(Cohle: Each one)

(Cohle: is so sure)

(Cohle: of their realness, that their sensory )

(Cohle: experience constituted a unique individual)

Como les digo, eso lo invade, lo contamina todo.

Y, así, todo se mezcla:

Cohle: You look in their eyes, even in a picture.Doesn’t matter if they’re dead or alive. You can still read them,

(Cohle: and you know what you see?)

(…)

(Cohle: how easy it was to just let go,)

(Cohle: and they saw– In that last nanosecond, they saw what they were,)

(Cohle: that you, yourself, this whole big drama, it was never anything but a jerry-rig of presumption and dumb will)

(Cohle: and you could just let go finally now that you didn’t have to hold on so tight…)

¿Lo han visto?

¿No les parece que podría tratarse de la misma mujer?

Y por cierto, retrocedamos por un momento:

¿Recuerdan de quien es la llamada que recibe ahora Cohle?

Cohle: This is Cohle.

Maggie: Rust, you’re home. It’s me.

Cohle: What’s wrong?

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